En un mundo cada vez más conectado, el mercado global de biometría en servicios financieros experimenta un crecimiento vertiginoso. Para 2025, su valor alcanzará los 7.370 millones de dólares, y las proyecciones apuntan a más de 27.000 millones en 2037, registrando una tasa compuesta anual superior al 11,3%. Este auge responde tanto a la creciente ola de fraudes sofisticados como a la presión regulatoria que impulsa la adopción de métodos más seguros.
De manera complementaria, el sector de sistemas biométricos en general alcanzará los 48.390 millones de dólares en 2025 y crecerá hasta los 76.660 millones en 2033. Estas cifras reflejan la imperiosa necesidad de renovar las defensas digitales y ofrecer experiencias más fluidas a los usuarios, ante la incapacidad de los PIN y contraseñas para contrarrestar ataques avanzados.
La integración de tecnologías biométricas en la banca ya no es opcional: se aplica en aplicaciones móviles, portales web, APIs, software de gestión y cajeros automáticos. Los bancos implementan huellas dactilares, reconocimiento facial y de voz para verificar la identidad de millones de usuarios, desde operaciones rutinarias hasta transacciones de alto valor.
Además, sistemas de detección de vida y técnicas sofisticadas se incorporan para prevenir el spoofing, identificando con mayor precisión intentos de suplantación. Estas innovaciones permiten identificar patrones de comportamiento y solicitar información adicional ante anomalías.
Entre 2020 y 2025, las transacciones móviles sin contacto aseguradas con biometría crecerán más de un 520%. Para 2024, se espera que los pagos móviles verificados biométricamente alcancen los 2,5 billones de dólares, frente a los 228.000 millones de 2019. Más del 60% de estas operaciones serán a distancia, evidenciando la confianza de los clientes en la autenticación sin presencia física.
El reconocimiento facial cobrará gran relevancia: se proyecta que en 2025 más de 1.400 millones de personas lo empleen para pagar, comparado con los 671 millones de 2020. Actualmente, el 38% de los usuarios accede a sus apps bancarias mediante esta tecnología, y un 32% adicional lo haría si estuviera disponible.
Aunque la aceptación es alta, existen barreras para ciertos grupos. Empresas con representantes extranjeros deben verificar identidad con pasaportes, complicando la autenticación. En cuentas corporativas, distinguir entre usuario y representante legal se vuelve prioritario para evitar accesos indebidos.
El fraude digital evoluciona: atacantes emplean IA, deepfakes y malware móvil para burlar sistemas. Por ello, las entidades deben invertir en detección de vida y técnicas sofisticadas que analicen múltiples variables simultáneamente y detecten patrones anómalos en tiempo real.
En Vietnam, la autenticación biométrica será obligatoria para cuentas personales y empresariales. Más de 113,5 millones de cuentas personales y 711.000 empresariales ya han sido registradas; quienes no cumplan enfrentarán la suspensión de servicios. Este modelo de conformidad regulatoria acelerada y global marca un precedente para otros países.
En América Latina, el aumento de estafas tecnológicas impulsa la demanda de autenticación avanzada. En India y mercados emergentes, el boom fintech y la digitalización bancaria exigen soluciones robustas y accesibles. Empresas como Mastercard introducen pagos físicos con reconocimiento facial, eliminando la necesidad de móviles, tarjetas o PINs.
La biometría ofrece más difícil de falsificar frente a contraseñas o tokens, detectando intentos de suplantación con mayor eficacia. Esto refuerza la confianza del cliente y mejora la reputación de las entidades financieras, al demostrar un compromiso tangible con la seguridad.
Adicionalmente, la comodidad alcanza nuevos niveles: con una experiencia sin contraseñas ni tokens, los usuarios disfrutan de acceso inmediato a sus recursos. Esto incrementa la eficiencia operativa, reduce los tiempos de espera y minimiza las incidencias por accesos no autorizados, optimizando costos y recursos.
La biometría en autenticaciones bancarias ha dejado de ser una tendencia para convertirse en un requisito fundamental. Frente a amenazas cada vez más complejas y clientes demandando agilidad, su adopción es clave para garantizar la seguridad y la satisfacción.
Instituciones y usuarios deben colaborar en esta evolución continua, adoptando soluciones inclusivas y robustas. Solo así se forjará una banca digital más confiable y accesible para todos, donde la innovación y la protección vayan de la mano.
Referencias