La recuperación del turismo tras la pandemia ha traído consigo un renovado interés por la sostenibilidad. Los viajeros buscan experiencias más conscientes, que no solo minimicen el impacto ambiental, sino que generen beneficios sociales y culturales para las comunidades locales.
A nivel global, las estadísticas dan cuenta de un cambio significativo: en los primeros siete meses de 2024, casi 790 millones de personas cruzaron fronteras internacionales, un aumento del 11% respecto al mismo periodo de 2023. En España, el turismo aportó un 13% del PIB y recibió un récord de 94 millones de visitantes.
El auge de los desplazamientos internacionales refleja la demanda acumulada tras los cierres y restricción de años anteriores. No obstante, las prioridades de los viajeros han evolucionado. Más del 80% planea considerar factores ecológicos en sus decisiones de viaje, exigiendo a la cadena de valor turística un compromiso real con el medio ambiente.
El turista del futuro no se conforma con ver puntos de interés; persigue experiencias auténticas e inmersivas. El turismo comunitario y la interacción directa con la cultura local suben posiciones en las preferencias.
Además, las certificaciones de sostenibilidad se han convertido en un factor determinante: alojamientos y operadores exhiben sellos que garantizan prácticas responsables, desde el uso de energías renovables hasta la gestión eficiente del agua.
El postpandemia ha acelerado el crecimiento de modalidades como el
La búsqueda de rutas menos saturadas ha impulsado destinos emergentes en Latinoamérica y Centroamérica, donde las tradiciones locales se integran en la oferta turística.
El traslado es uno de los ámbitos donde la innovación brilla con luz propia. El aumento de flotas eléctricas, trenes de alta velocidad y opciones de compensación de carbono en aerolíneas están redefiniendo la movilidad.
La tecnología móvil y la realidad aumentada permiten personalizar las experiencias: guías interactivas, mapas que muestran huella de carbono y plataformas que conectan directamente a turistas con proyectos comunitarios.
Además, los hoteles incorporan sistemas inteligentes de ahorro energético y soluciones basadas en energías renovables, reduciendo consumo y mejorando la experiencia del huésped.
La transición del turismo sostenible al turismo regenerativo con impacto positivo marca una nueva etapa. No basta con no dañar: el objetivo es restaurar ecosistemas, impulsar economías locales y preservar patrimonios culturales.
Los indicadores de impacto ambiental y social son ahora obligatorios en reportes de destinos y empresas, y la comunicación transparente de resultados fideliza a un público cada vez más exigente.
El crecimiento turístico puede generar tensiones: subida de alquileres, presión sobre recursos hídricos y sobrecarga de infraestructuras. La clave está en atraer viajeros responsables que respeten la identidad local y contribuyan al bienestar de las comunidades.
FITUR 2025 puso el foco en modelos de turismo circular y microaldeas rurales. Destacaron innovaciones como pabellones que funcionaban con energías renovables y proyectos de reforestación vinculados a rutas turísticas.
En diversos países, se fomentan alianzas entre administraciones y comunidades indígenas, garantizando que el turismo genere ingresos directos y preserve saberes ancestrales.
El turismo postpandémico es una oportunidad para reinventar el sector. La sostenibilidad y la resiliencia deben estar en el centro de cada propuesta, alcanzando un equilibrio entre experiencia y responsabilidad.
Los próximos años confirmarán si destinos, empresas y viajeros consolidan un modelo verdaderamente regenerativo, capaz de entregar un legado positivo a las generaciones futuras.
En este contexto, cada acción cuenta: al elegir alojamientos con certificados, medios de transporte limpios o experiencias que valoricen la cultura local, los visitantes se convierten en agentes de cambio. Así, el turismo deja de ser solo un pasatiempo y se transforma en un instrumento para la conservación y el desarrollo sostenible.
Referencias