En los últimos años, América Latina y el Caribe han experimentado un impulso sin precedentes en el sector turístico, recuperando los niveles prepandemia y superando expectativas. Pero más allá de playas e islas paradisíacas, surge una tendencia innovadora y potente: el turismo financiero como motor de crecimiento regional. Ciudadanos de la región ya no solo viajan para vacacionar, sino también para buscar mejores oportunidades bancarias y de inversión en países vecinos.
Según proyecciones de organismos especializados, la región alcanzará en 2024 una recuperación total de los niveles prepandemia y marcará un incremento del 13% en ingresos del sector. El turismo y los viajes aportarán casi 260.000 millones de dólares a la economía regional, generando cerca de 8 millones de empleos adicionales entre 2024 y 2034.
El turismo doméstico lidera con más del 80% de los ingresos en 2023, totalizando casi 220.000 millones de dólares, mientras las llegadas internacionales superaron los 45 millones en México y mostraron alzas del 7–9 % en destinos como República Dominicana y Costa Rica.
Además, en México, el sector aportará en 2025 unos 281.000 millones de dólares al PIB nacional, representando el 15,1% del total y sosteniendo casi 8 millones de empleos.
Varias causas explican el auge de este fenómeno:
Este flujo de viajeros financieros se consolida gracias a acuerdos de conectividad intrarregional, que permiten reservas hoteleras y vuelos accesibles, y a la digitalización de servicios, que facilita transacciones transfronterizas con transparencia.
La región está adoptando estrategias innovadoras que combinan turismo y finanzas de manera sostenible. Se explora el canje de deuda por conservación, bonos verdes y financiamiento temático para proyectos que integren energía renovable en hoteles y destinos.
Estas iniciativas buscan consolidar a América Latina como un destino de referencia no solo para vacacionar, sino para invertir, ahorrar y proteger capital, aprovechando la riqueza natural y cultural.
Aunque el panorama es prometedor, persisten retos que requieren atención coordinada:
Para superar estos obstáculos, los gobiernos y el sector privado pueden:
Con un enfoque estratégico, el turismo financiero promete convertirse en un pilar de desarrollo económico para América Latina. La integración de mercados, la innovación sostenible y la digitalización pueden desbloquear un gran potencial aún latente. En la próxima década, el sector no solo generará ingresos y empleos, sino que fomentará una mayor cooperación regional.
Este crecimiento abre oportunidades para emprendedores, pymes y gobiernos deseosos de atraer inversiones transfronterizas y diversificar sus economías. Con políticas inclusivas y tecnología de vanguardia, el turismo financiero se proyecta como un catalizador de progreso social y económico, capaz de transformar comunidades y fortalecer todo el continente.
Referencias