La creciente urgencia por mitigar el desafío climático mundial ha llevado a que los mercados de carbono se consoliden como un engranaje fundamental en la transición hacia economías bajas en emisiones. En 2024, estos instrumentos financieros reportaron ingresos globales superiores a USD 100.000 millones, lo que revela su dimensión y potencial impacto.
Este artículo explora en detalle la magnitud, las tendencias regulatorias y las oportunidades que surgen al incorporar los mercados de carbono en las carteras de fondos institucionales, aportando una visión inspiradora y práctica para comprender su rol en la lucha contra el cambio climático.
La fijación de precios del carbono ha experimentado una expansión sin precedentes en los últimos años. Con 80 instrumentos en vigor y cinco nuevos mecanismos durante 2024, cada vez más economías reconocen el valor de asignar un costo a las emisiones.
En regiones como la Unión Europea, el EU ETS ha alcanzado récords de precio por tonelada, incentivando inversiones en energías renovables. Asimismo, en Asia emergen mercados destacados en China, Corea y Japón, que buscan consolidar mecanismos de comercio y fortalecer sus compromisos climáticos.
Según el informe “State and Trends of Carbon Pricing 2025” del Banco Mundial:
El informe destaca que los ingresos globales superaron los USD 100.000 millones, que el 28% de las emisiones mundiales están cubiertas y que la tendencia dominante abarca tanto impuestos al carbono como sistemas de comercio de emisiones.
Este avance no solo refleja una voluntad política renovada, sino también una señal clara de mercado que impulsa la innovación y atrae capital hacia proyectos sostenibles, convirtiendo estos instrumentos en una opción atractiva para inversores que buscan seguridad a largo plazo en proyectos con impacto real.
Paralelamente a los mercados regulados, los mercados voluntarios de créditos de carbono tienen un dinamismo extraordinario. En 2024, su valor superó los USD 1.700 millones, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 25% proyectada hasta 2034.
La sinergia entre los mercados voluntarios y los de cumplimiento ha fortalecido aspectos clave:
Los créditos de carbono voluntarios se caracterizan cada vez más por ofrecer proyectos con co-beneficios sociales, como la protección de biodiversidad y el desarrollo comunitario en zonas rurales. Certificaciones como VCS o Gold Standard garantizan trazabilidad y aportan confianza a los inversionistas.
La demanda de créditos de alta calidad ha impulsado la aparición de nuevas plataformas digitales que conectan directamente a compradores e implementadores de proyectos, reduciendo costos y tiempos de verificación. Corporaciones como Microsoft adquirieron más de 3,5 millones de créditos solo en enero de 2025, demostrando un compromiso tangible con la compensación de emisiones derivadas de desarrollos de inteligencia artificial.
La integración de los mercados de carbono en las estrategias de fondos institucionales ha cobrado fuerza en los últimos años. Más del 60% de las empresas del S&P 500 ya utilizan créditos de carbono, una tendencia que se acelera con cada reporte trimestral.
Fondos de pensiones como los de Países Bajos y Noruega lideran la incorporación de instrumentos de carbono, destinando porcentajes crecientes de sus activos a bonos verdes y participaciones en proyectos de energía limpia. Grandes gestores como BlackRock y Vanguard han publicado informes que resaltan el impacto positivo de la huella de carbono en la valoración de activos a largo plazo.
Los beneficios no solo se traducen en retornos financieros, sino también en la mitigación de riesgos futuros relacionados con regulaciones más estrictas y costos asociados a la transición energética. Instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) juegan un papel clave, movilizando fondos privados y desarrollando marcos regulatorios que facilitan la participación de actores diversos en el mercado.
Las políticas públicas están evolucionando para incorporar la fijación de precios del carbono como una herramienta central. Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs), como la reciente actualización de Chile para 2025, integran:
La reforma de impuestos verdes incluye gravámenes diferenciados según la intensidad de emisiones de cada sector, incentivando a la industria a adoptar procesos más limpios. En Europa, algunos países han implementado flujos de ingresos provenientes de subastas de derechos de emisión para financiar innovación en captura directa de aire (DAC) y proyectos de reforestación.
En Latinoamérica, además de Chile, países como Colombia y México avanzan hacia la incorporación de precios internos del carbono en su marco fiscal, con metas de descarbonización progresivas y herramientas de seguimiento digital que fortalezcan la transparencia.
Aunque el crecimiento de los mercados de carbono es alentador, persisten desafíos regulatorios y operativos que requieren atención. Los puntos críticos incluyen la necesidad de marcos que garanticen la calidad de los créditos y eviten el doble conteo, así como estándares internacionales uniformes que protejan la integridad del mecanismo.
La digitalización y el uso de tecnologías como blockchain prometen mejorar la trazabilidad de los créditos, evitando fraudes y aumentando la confianza de los inversionistas. Al mismo tiempo, la financiación de soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de manglares o la agricultura regenerativa, se perfila como un complemento esencial a los mercados de carbono tradicionales.
Es esencial promover un diálogo entre reguladores, empresas y comunidades locales para asegurar que los proyectos contribuyan verdaderamente a la conservación ambiental y al desarrollo sostenible, equilibrando objetivos climáticos con justicia social.
En última instancia, la sinergia entre mercados regulados y voluntarios, junto con la sólida participación de fondos institucionales, allana el camino hacia un modelo económico más resiliente y responsable. Cada tonelada de carbono valorada y transaccionada representa un paso más hacia la descarbonización global y la protección de nuestro planeta.
Invitamos a gestores, reguladores y sociedad civil a profundizar su compromiso con el mercado de carbono, promoviendo estándares de calidad, desarrollando nuevas estructuras financieras y movilizando recursos para acelerar la transición energética de manera equitativa y eficiente.
Referencias