La inversión en infraestructura educativa se ha posicionado como una pieza clave para transformar entornos de aprendizaje, cerrar brechas y promover la equidad en América Latina. En 2025, los presupuestos destinados a este rubro muestran un renovado compromiso estatal, aunque persisten desafíos estructurales que limitan su pleno aprovechamiento. A continuación, presentamos un análisis profundo de los avances, obstáculos y perspectivas en México, Perú y Costa Rica.
Durante 2025, los gobiernos de la región han incrementado sus asignaciones para educación, ciencia y cultura, reflejando una prioridad política y social. Sin embargo, la necesidad de articular gasto educativo con fines estratégicos se mantiene como un reto esencial. A continuación, destacamos las cifras más relevantes:
En México, el presupuesto para educación alcanzó 1.16 billones de pesos, equivalente al 12.5% del gasto neto total y al 3.2% del PIB, por debajo de la recomendación internacional de 4–6%. El Fondo de Aportaciones Múltiples (FAM) destinó 21,504 millones de pesos a infraestructura, con un crecimiento real del 2.9% respecto a 2024. No obstante, cerca del 46% de estos recursos se usan para pagar deuda histórica, reduciendo a 11,612 millones de pesos los fondos disponibles para obras nuevas.
En Perú, el Ministerio de Educación contó con 20,585 millones de soles, un alza del 12% frente al año anterior. De ese total, 4,000 millones de soles se asignaron al fortalecimiento de infraestructura, con la construcción de 26 escuelas modulares y la mejora de condiciones físicas en zonas rurales.
Por su parte, Costa Rica canalizó más de 36,000 millones de colones a la región Brunca, la mayor inversión de su historia en un solo territorio. Este monto permitió intervenir 203 centros educativos, planificar 63 obras nuevas y atender emergencias en comunidades vulnerables.
El éxito de estos proyectos depende de mecanismos claros de gobernanza y de la combinación de recursos de distintas procedencias. En este sentido, se identifican:
La cooperación interinstitucional ha permitido agilizar procesos y compartir experiencias de gestión, lo cual se refleja en una mayor eficiencia y transparencia en la ejecución de obras.
La vinculación entre entorno físico y aprendizaje ha demostrado mejorar el rendimiento académico, la asistencia y la satisfacción de estudiantes y docentes. La calidad de los espacios influye directamente en la motivación y en la creación de ambientes inclusivos.
En las zonas rurales de Perú, las escuelas modulares han facilitado el acceso a la educación en comunidades dispersas, reduciendo tiempos de traslado y elevando los estándares de seguridad y confort. En Costa Rica, la remodelación de centros en la región Brunca ha impactado positivamente a más de 23,000 estudiantes y mejorado las condiciones laborales de 2,500 funcionarios.
Además, la adecuada infraestructura promueve la inclusión de estudiantes con discapacidades y garantiza el cumplimiento de normas ambientales, al incorporar diseños sostenibles y resilientes.
A pesar de los avances, persisten brechas entre áreas urbanas y rurales, así como entre niveles educativos. En México, la mayor parte del FAM se orienta a educación básica (64%), mientras que la media superior recibe apenas 4.7% del total, afectando la continuidad formativa de miles de jóvenes.
La priorización de proyectos en regiones históricamente rezagadas, como la Brunca o comunidades amazónicas, resulta esencial para reducir desigualdades. Estas intervenciones generan beneficios sociales duraderos, pues mejoran la seguridad, el sentido de pertenencia y la cohesión comunitaria.
Los principales desafíos que frenan el potencial de las inversiones son:
Para garantizar la sostenibilidad, es necesario establecer planes de mantenimiento preventivo, fortalecer marcos normativos que aseguren el seguimiento de los proyectos y promover la participación comunitaria en la vigilancia de las obras.
Las tendencias actuales apuntan a la construcción de edificios modulares, al uso de materiales ecoeficientes y a la implementación de tecnologías digitales en el diseño arquitectónico. Estas innovaciones contribuyen a reducir costos, acelerar tiempos de entrega y disminuir el impacto ambiental.
La adopción de soluciones sostenibles y de bajo impacto, como paneles solares y sistemas de captación de agua de lluvia, destacan en proyectos piloto que buscan alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Para consolidar los avances logrados, se proponen las siguientes líneas de acción:
Asimismo, es clave diversificar las fuentes de financiamiento y mejorar la articulación entre niveles de gobierno, para asegurar que cada peso invertido se traduzca en un beneficio real para estudiantes y docentes.
La inversión en infraestructura educativa no solo representa un gasto, sino una apuesta por el futuro de la región. Cada aula renovada y cada escuela modular contribuyen a construir sociedades más equitativas y preparadas para los retos del siglo XXI. Con visión estratégica, colaboración interinstitucional y compromiso social, América Latina puede consolidar este impulso y asegurar que el derecho a una educación de calidad sea una realidad tangible para todos.
Referencias