En un mundo que clama por soluciones sostenibles, las energías renovables emergen como protagonistas de una transformación histórica. Su avance imparable está redefiniendo economías, sociedades y nuestro vínculo con el planeta.
En 2024, la capacidad global de energías renovables alcanzó los 4.448 GW, según IRENA. Durante ese año se instalaron 585 GW adicionales, marcando un récord de crecimiento anual del 15,1%.
La energía solar y eólica representaron el 96,6% de todas las nuevas instalaciones, impulsando una generación eléctrica de 858 TWh, un 49% más que el récord anterior. Estos números evidencian un cambio de época, donde la naturaleza se alía con la innovación.
Para 2025, las renovables superarán al carbón como fuente principal de electricidad mundial. Se prevé que en 2026 las energías limpias representen el 37% de la generación global, mientras el carbón desciende 1,7% anual.
En regiones como Alemania y California, ya se han registrado meses enteros con más del 60% de la demanda cubierta por eólica y solar. Este dominio de las renovables anuncia la caída de los combustibles fósiles y la madurez de un nuevo modelo energético.
El sector de energías limpias no solo combate el cambio climático; genera prosperidad. Solo en Estados Unidos, en 2023 se crearon 149.000 nuevos empleos, más del doble de la media económica.
Desde instaladores de paneles en comunidades rurales hasta ingenieros de parques eólicos offshore, la transición energética impulsa un tejido industrial diverso y resiliente.
La caída de costos y la madurez tecnológica de paneles solares y turbinas eólicas son catalizadores clave. Hoy, un megavatio solar cuesta menos de la mitad que hace una década.
La electrificación de sectores como transporte y centros de datos impulsa la demanda renovable. Ejemplo: en India, la adopción masiva de vehículos eléctricos crea mercados para generación limpia y almacenamiento en baterías.
Aunque el progreso es notable, estamos lejos de triplicar la capacidad instalada a 11,2 TW para 2030. Se requiere un incremento anual del 16,6% en las adiciones renovables, frente al 15,1% actual.
El IPCC advierte que, sin políticas más ambiciosas, las emisiones solo caerán un 22% hacia 2050, conducendo a un calentamiento de 2,6 °C. Para limitarlo a 1,5 °C, es imprescindible recortar un 95% el uso de carbón y un 45% el de gas.
Las energías limpias ofrecen un abanico de beneficios que trasciende lo ambiental:
El acceso desigual a financiamiento y tecnología puede dejar rezagados a países en desarrollo. Sin una estrategia justa, aumentan las brechas entre economías avanzadas y vulnerables.
Además, las redes eléctricas requieren modernización para integrar gran cantidad de renovables. La falta de almacenamiento suficiente y flexibilidad amenaza la estabilidad de suministro.
Mirando hacia 2030 y más allá, la transición energética no es opcional: es una urgencia moral y económica. Cada incremento en instalaciones renovables reduce costes de salud, fomenta la prosperidad local y protege ecosistemas.
Para asegurar un futuro habitable, gobiernos, empresas y ciudadanos deben alinear esfuerzos, movilizar capital y priorizar la innovación. Solo así se evitarán los escenarios más sombríos del cambio climático y se abrirá la puerta a un mañana más justo y sostenible.
Referencias