El panorama financiero ha experimentado cambios disruptivos en los últimos años. Las generaciones más jóvenes, acostumbradas a la rapidez de la tecnología y sensibilizadas con los retos sociales, han comenzado a buscar nuevas formas de invertir más allá de los productos tradicionales.
Este fenómeno no solo refleja una necesidad de mayor diversificación y estabilidad, sino también la voluntad de alinear el capital con valores de sostenibilidad e innovación.
Según los datos de KPMG, se anticipa un crecimiento anual global del 8,4% en inversiones alternativas, alcanzando un volumen de activos de 16.000 millones de euros en 2024 y proyectándose hasta 24.500 millones para 2028. A nivel mundial, las gestoras prevén que estos activos bajo administración superen los US$30 billones para 2030, impulsados principalmente por el capital privado.
Este aumento dramático responde a diversos factores: la búsqueda de retornos atractivos en un entorno de tasas bajas, la necesidad de protección contra la inflación, y la curiosidad por instrumentos financieros emergentes que combinan tecnología y propósito social.
Los jóvenes inversores muestran diferencias claras respecto a los perfiles tradicionales. Su enfoque va más allá de la rentabilidad pura, incorporando valores ligados a la ética, la innovación y el impacto ambiental.
Este perfil dinámico y visionario está transformando la oferta de productos financieros, forzando a las gestoras a diseñar vehículos más flexibles y accesibles.
La diversidad de activos alternativos es amplia. A continuación, los jóvenes destacan los siguientes:
Para ilustrar la comparativa de estos productos, a continuación se muestra una tabla con sus principales ventajas y riesgos:
Entre los atractivos más destacados se encuentran la diversificación frente a mercados tradicionales, la posibilidad de acceder a sectores de alto crecimiento, y la oportunidad de participar en iniciativas de impacto social y medioambiental. Además, las plataformas digitales han eliminado barreras de entrada, permitiendo a los jóvenes comenzar con montos menores y gestionar sus inversiones de forma autónoma.
No obstante, existen desafíos ineludibles. La complejidad de algunos productos exige un conocimiento técnico avanzado, mientras que la liquidez puede ser limitada. Asimismo, el marco regulatorio en constante cambio, especialmente en el ámbito de los activos digitales, genera incertidumbres.
El año 2025 se perfila como clave para consolidar los activos alternativos como piezas centrales de las carteras jóvenes. Se espera un crecimiento sostenido en:
La convergencia de innovación, sostenibilidad y tecnología seguirá siendo el motor de este mercado, obligando a inversores y asesores a adaptarse rápidamente a las nuevas oportunidades.
El creciente interés de los jóvenes en activos alternativos no es una moda pasajera, sino la manifestación de un cambio profundo en la forma de entender la inversión. La prioridad de este nuevo perfil es maximizar el impacto positivo y económico de su capital.
Para quienes deseen sumarse a esta tendencia, es fundamental formarse en la naturaleza y riesgos de cada activo, elegir plataformas confiables y mantener una visión a largo plazo. De este modo, no solo se busca rentabilidad, sino también dejar una huella duradera en el mundo a través de inversiones responsables y vanguardistas.
Referencias