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Digitalización de pagos acelera la inclusión financiera

Digitalización de pagos acelera la inclusión financiera

15/04/2025
Matheus Moraes
Digitalización de pagos acelera la inclusión financiera

La transformación digital en los sistemas de pago ha demostrado ser uno de los catalizadores más poderosos para la inclusión financiera en América Latina. Lo que comenzó como iniciativas aisladas en algunos países hoy se ha convertido en un verdadero movimiento regional que busca integrar a millones de latinoamericanos marginalizados al circuito económico formal. La digitalización de pagos no solo revoluciona la forma de comprar y vender: abre puertas a servicios financieros antes inaccesibles y redefine el desarrollo socioeconómico en la región.

Crecimiento y tendencias en la región

Entre 2014 y 2021, el porcentaje de adultos que hacían o recibían pagos digitales creció de manera impresionante. En México pasó de 34.5% a 43.9%; en Perú, de 22.6% a 49.1%; y en Colombia, de 32.6% a 52.1%[1]. Paralelamente, el uso exclusivo de efectivo se redujo drásticamente: de 45% en 2020 a 21% en 2023[4]. Este fenómeno refleja un interés creciente por métodos más seguros y fáciles de usar.

Sin embargo, las diferencias de penetración persisten. Brasil lidera con 94% del consumo privado efectuado de forma digital, seguido por Chile con 63%[5]. En contraste, México registra apenas 25%, Perú 25% y Colombia 17%, lo que evidencia una dependencia todavía elevada del efectivo en estos mercados.

Factores clave que impulsan la inclusión

Varios elementos se han combinado para que la digitalización de pagos se convierta en motor de inclusión financiera:

  • Acceso para no bancarizados e infrabancarizados: plataformas de billeteras digitales y cuentas móviles facilitan la entrada de quienes no tenían puente hacia la banca tradicional[2].
  • Reducción de brechas en zonas rurales y de género: la conectividad móvil y programas específicos han llevado servicios a áreas remotas y a mujeres emprendedoras.
  • Impulso de la pandemia: la COVID-19 aceleró la adopción de transferencias electrónicas para distribuir apoyos sociales y mantener la actividad económica bajo restricciones sanitarias[4].
  • Beneficios para pymes: mejor trazabilidad, seguridad en cobros y posibilidades de acceder a crédito formal[5].

Desafíos persistentes y brechas por cerrar

Pese al progreso, persisten retos que limitan el potencial de la digitalización:

  • Conectividad desigual: aún hay zonas sin cobertura de internet o con señal deficiente, lo que frena la adopción en comunidades rurales.
  • Barreras regulatorias: sistemas de pago deben ser interoperables y seguros, pero la armonización de normas entre países avanza lentamente[2][5].
  • Brecha socioeconómica: solo el 59% de bajos ingresos y el 40% de habitantes de zonas periféricas cuentan con cuentas bancarias[4].
  • Dependencia del efectivo: costumbre cultural y desconfianza en plataformas digitales mantienen a muchos usuarios fuera del sistema.

Casos de éxito e iniciativas destacadas

Varios países se han convertido en referentes gracias a políticas audaces y soluciones innovadoras:

  • Brasil: con el sistema instantáneo “Pix”, más de 90 millones de cuentas se crearon en el primer año, promoviendo crecimiento acelerado de pagos digitales[5].
  • Chile: alta bancarización y regulaciones flexibles permitieron consolidar plataformas integradas que compiten a nivel global.
  • México: en 2024 había 158.5 millones más tarjetas de débito que de crédito, y el 30% de usuarios de internet realizó operaciones bancarias en 2023[1].
  • Programas gubernamentales: transferencias directas por aplicaciones móviles durante emergencias sociales, fortaleciendo la colaboración público-privada.

Oportunidades futuras y recomendaciones

Para aprovechar al máximo el impulso actual, es fundamental articular esfuerzos de distintos actores:

  • Fomentar la alfabetización digital: desarrollar campañas educativas para generar confianza y reducir la brecha de conocimiento.
  • Superar las barreras regulatorias y tecnológicas: impulsar marcos normativos que garanticen interoperabilidad y seguridad.
  • Incentivar modelos inclusivos: diseñar soluciones que integren a poblaciones de bajos ingresos y zonas aisladas.
  • Impulsar la sostenibilidad social y económica: utilizar la digitalización de pagos para crear cadenas de valor más justas y transparentes.

La misión es clara: consolidar un ecosistema de pagos digitales donde ningún ciudadano quede fuera. Como señala Andrea Scerch, presidenta de Mastercard para América Latina y el Caribe, “A medida que comienza el año, es momento de renovar el enfoque regional para integrar a más latinoamericanos en la economía financiera formal. La historia de la inclusión financiera en América Latina es un éxito notable, pero con avances tan diversos como su geografía”[5].

El camino por recorrer implica superar desafíos tecnológicos, regulatorios y culturales. Sin embargo, la digitalización de pagos ha demostrado ser una herramienta estratégica para el desarrollo, capaz de transformar vidas y comunidades. Con una visión compartida entre gobiernos, sector privado y sociedad civil, América Latina puede consolidar una ruta de crecimiento inclusivo, equitativo y sostenible.

Matheus Moraes

Sobre el Autor: Matheus Moraes

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