La transformación digital en los sistemas de pago ha demostrado ser uno de los catalizadores más poderosos para la inclusión financiera en América Latina. Lo que comenzó como iniciativas aisladas en algunos países hoy se ha convertido en un verdadero movimiento regional que busca integrar a millones de latinoamericanos marginalizados al circuito económico formal. La digitalización de pagos no solo revoluciona la forma de comprar y vender: abre puertas a servicios financieros antes inaccesibles y redefine el desarrollo socioeconómico en la región.
Entre 2014 y 2021, el porcentaje de adultos que hacían o recibían pagos digitales creció de manera impresionante. En México pasó de 34.5% a 43.9%; en Perú, de 22.6% a 49.1%; y en Colombia, de 32.6% a 52.1%[1]. Paralelamente, el uso exclusivo de efectivo se redujo drásticamente: de 45% en 2020 a 21% en 2023[4]. Este fenómeno refleja un interés creciente por métodos más seguros y fáciles de usar.
Sin embargo, las diferencias de penetración persisten. Brasil lidera con 94% del consumo privado efectuado de forma digital, seguido por Chile con 63%[5]. En contraste, México registra apenas 25%, Perú 25% y Colombia 17%, lo que evidencia una dependencia todavía elevada del efectivo en estos mercados.
Varios elementos se han combinado para que la digitalización de pagos se convierta en motor de inclusión financiera:
Pese al progreso, persisten retos que limitan el potencial de la digitalización:
Varios países se han convertido en referentes gracias a políticas audaces y soluciones innovadoras:
Para aprovechar al máximo el impulso actual, es fundamental articular esfuerzos de distintos actores:
La misión es clara: consolidar un ecosistema de pagos digitales donde ningún ciudadano quede fuera. Como señala Andrea Scerch, presidenta de Mastercard para América Latina y el Caribe, “A medida que comienza el año, es momento de renovar el enfoque regional para integrar a más latinoamericanos en la economía financiera formal. La historia de la inclusión financiera en América Latina es un éxito notable, pero con avances tan diversos como su geografía”[5].
El camino por recorrer implica superar desafíos tecnológicos, regulatorios y culturales. Sin embargo, la digitalización de pagos ha demostrado ser una herramienta estratégica para el desarrollo, capaz de transformar vidas y comunidades. Con una visión compartida entre gobiernos, sector privado y sociedad civil, América Latina puede consolidar una ruta de crecimiento inclusivo, equitativo y sostenible.
Referencias