En un escenario marcado por la urgencia climática, las renovables emergen como protagonistas. Con cifras históricas y avances tecnológicos, las empresas de energía solar y eólica se perfilan como la oportunidad de inversión del 2025.
La Agencia Internacional de la Energía proyecta que este año las renovables superarán al carbón como principal fuente de electricidad a nivel mundial. Este cambio no es casualidad, sino el fruto de un compromiso global por la urgencia por reducir emisiones y avanzar hacia la descarbonización.
Para 2028, 68 países tendrán a las energías limpias como fuente predominante. En Estados Unidos, se espera que el 93% de la nueva capacidad eléctrica provenga de solar, eólica y baterías, con la solar liderando con el 51,5% de las adiciones. Este crecimiento exponencial refleja la confianza de inversores y gobiernos en el modelo renovable.
Según Red Eléctrica de España (REE), en el primer trimestre de 2025 el 62% de la electricidad nacional se generó con renovables. De ese porcentaje, un 25% correspondió a la eólica y un 18% a la solar fotovoltaica. España suma 64,8 GW de capacidad instalada y planea añadir otros 60 GW en los próximos años.
Esta dinámica convierte al país en un referente europeo, atrayendo tanto capital local como internacional. Las licitaciones recientes ofrecen proyectos de gran escala, desde parques eólicos marinos hasta huertos solares en desiertos interiores, abriendo el camino para inversiones a largo plazo.
La eficiencia de los paneles solares y las turbinas eólicas ha mejorado notablemente, reduciendo costos de producción y mantenimiento. Paralelamente, la inteligencia artificial optimiza la operación y gestión energética, permitiendo prever la demanda y ajustar la generación en tiempo real.
Los sistemas de almacenamiento, clave para gestionar la intermitencia, crecen en capacidad y autonomía. Gracias a nuevas baterías de alta densidad y soluciones de sistemas de almacenamiento híbridos, es posible garantizar suministro continuo incluso en días sin viento o sol.
Estos esfuerzos políticos estimulan la llegada de capital, reducen riesgos y aceleran las aprobaciones de proyectos. Las empresas que aprovechan estas oportunidades se posicionan a la vanguardia de la transición.
Grandes consorcios energéticos, fondos de inversión y startups especializadas compiten por liderar el mercado. Destacan apuestas como:
Esta pluralidad favorece la innovación y reduce costes, generando un ecosistema dinámico donde la colaboración público-privada resulta fundamental.
A pesar del crecimiento acelerado, persisten obstáculos. La tramitación de permisos, los cuellos de botella en la cadena de suministro y la competencia internacional afectan el ritmo de expansión eólica, como demostró la caída del 14% en nuevas adiciones globales en 2024.
Para superarlos, es imprescindible robustecer cadenas de suministro nacionales y fomentar la innovación operativa constante, integrando soluciones digitales y colaboraciones estratégicas.
El horizonte 2025–2030 se presenta lleno de posibilidades. Las renovables seguirán desplazando a fuentes fósiles y nucleares. Las empresas que inviertan en I+D, adopten tecnologías disruptivas y aseguren alianzas sólidas tendrán ventaja competitiva.
Los inversores pueden explorar:
El retorno de la inversión no solo se mide en términos económicos, sino también en impacto ambiental y social, reforzando la imagen de marca y generando confianza en mercados internacionales.
La década que comienza consolidará la transición energética como la mayor revolución industrial de nuestro tiempo. Las apuestas por empresas solares y eólicas son más que una tendencia: una decisión estratégica para asegurar rentabilidad y contribuir al bienestar global.
Invertir en energías limpias es abrazar la innovación, reducir riesgos frente a la volatilidad de los combustibles fósiles y construir un futuro sostenible para las generaciones venideras.
Referencias